La guerra de Ucrania ha alcanzado el pasado fin de semana los 500 días de duración. El conflicto, que estalló el 24 de febrero de 2022 con el inicio de la invasión rusa, sigue su curso sin dar señales de que su resolución definitiva esté próxima.
La Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos (OHCHR) estima que el número de víctimas civiles provocadas por el conflicto hasta finales de junio de 2023 era de 25.170 personas, de las cuales 15.993 resultaron heridas y 9.177 acabaron falleciendo. El 6,5% de las víctimas eran niños.
Antes de 2022, Rusia ocupaba 42.000 kilómetros cuadrados del territorio ucraniano, lo que incluía Crimea y partes de Donetsk y Luhansk, y tras la invasión llegó a ocupar un total de 161.000 kilómetros cuadrados o casi el 27% del territorio de Ucrania.
Según las mediciones del Instituto para el Estudio de la Guerra, para fines del año pasado las fuerzas rusas controlaban el 18% del territorio del país invadido. 268.000 personas han huido de sus hogares en Ucrania, aunque se estima que las movilizaciones en Europa alcanzaron a 11 millones de personas.
Si EE. UU. le da bombas de racimo a Ucrania, Rusia atacará con armas similares. El ministro de Defensa de Rusia, Serguéi Shoigú, afirmó este martes que “si EE. UU. suministra bombas de racimo a Ucrania, las Fuerzas Armadas rusas se verán obligadas a utilizar armas similares contra las fuerzas ucranianas”, declaró por la televisión rusa. Esta declaración nace a raíz de que el 8 de julio se conociera que el gobierno de Joe Biden enviaría bombas de racimo a Ucrania. Las bombas de racimo se abren en el aire y sueltan submuniciones que se dispersan a lo largo de una zona extensa para destruir varios blancos simultáneamente.
En la cumbre de la OTAN (los países integrantes apoyan a Ucrania suministrándole armas de guerra) que se celebró este martes y miércoles en la capital de Lituania, en Vilna los líderes de los países pertenecientes han llevado a cabo la aprobación de un ambicioso plan de apoyo plurianual para ayudar a Ucrania en el desarrollo de sus Fuerzas Armadas, que contribuirá a adaptar sus capacidades militares para homologarlas con los estándares de la OTAN.
Además, los líderes firmaron este miércoles un acuerdo para impulsar en Canadá un centro de excelencia de cambio climático y seguridad que ayude a hacer frente a las amenazas derivadas de la emergencia climática. Convirtiéndose en una contrariedad absoluta sus acciones.