Arqueólogos han descubierto una densa red de ciudades interconectadas, escondidas bajo el bosque en el Valle de Upano en Ecuador, asentamientos que tienen al menos 2500 años de antigüedad, más de 1000 años más que cualquier otra sociedad amazónica compleja conocida.
Hace más de dos décadas, el arqueólogo Stéphen Rostain descubrió por primera vez una serie de montículos de tierra y caminos enterrados en Ecuador. No obstante, en ese momento, “no estaba seguro de como encajaba todo”, dijo Rostain.
Un mapeo reciente mediante tecnología de sensores láser reveló que esos sitios eran parte de una densa red de asentamientos y caminos de conexión, escondidos en las estribaciones boscosas de Los Andes, que duro alrededor de 1000 años.
Los asentamientos fueron ocupados por el pueblo Upano aproximadamente entre el 500 a.C. y el 300 al 600 d. C., un periodo más o menos contemporáneo del Imperio Romano en Europa, encontraron los investigadores. El equipo de Rostain se centró en dos grandes asentamientos, llamados Sangay y Kilamope, y encontró montículos organizados alrededor de plazas centrales, cerámica decorada con pintura y líneas incisas, y grandes jarras que contenían los restos de la tradicional chicha de cerveza de maíz.
Las ciudades están intercaladas con campos agrícolas rectangulares y rodeados de terrazas en las laderas, donde la gente plantaba cultivos, incluidos maíz, mandioca y batata encontrados en excavaciones pesadas. Carreteras anchas y rectas conectaban las ciudades entre sí, y las calles discurrían entre casas y barrios dentro de cada asentamiento. “Estamos hablando de urbanismo”, dice el coautor Fernando Mejía, arqueólogo de la Pontificia Universidad Católica del Ecuador.
Aunque los investigadores aún no saben cuántas personas vivían en el Valle de Upano, los asentamientos eran grandes: el área central de Kilamope, por ejemplo, cubre un área comparable en tamaño a la meseta de Giza en Egipto, repleta de pirámides, o a la avenida principal de Teotihuacán en México.
Las ciudades del valle de Upano eran más densas y estaban más interconectadas que los sitios de los Llanos de Mojos, dice Rostain. Decimos Amazonía, pero deberíamos decir Amazonías, para captar la antigua diversidad cultural de la región, afirma.
Pero apenas estamos empezando a entender cómo funcionaban estas ciudades, incluyendo cuántas personas vivían en ellas, con quién comerciaba y cómo eran gobernadas, dice Jaimes Betancourt, quien estudia Llanos de Mojos.
Fuente: El Universo.