Back to Black es el título del segundo disco compuesto por Amy Winehouse, el mismo que la empujó a los confines de la fama, y con ella a la espiral de su descenso y prematura muerte. Sin profundizar en las ya conocidas causas que terminaron con su vida, considero que nos privamos tempranamente de su voz portentosa debido a las exigencias de la farándula y el espectáculo, así como del morbo de buena parte del público.
Confieso que he buscado los videos de la etapa oscura de Amy con una dosis de ese morbo, el mismo que ha sido “educado” por los mass media y que nos empuja a mirar la caída de un ser humano extraordinario cuya única culpa era la fama. Fama que se forjó desde sus primeras composiciones. Amy fue heredera del folk, el jazz y el soul y supo configurar una propuesta musical propia que combinó la cultura musical negra y renovó su sonido para generar algo fresco, totalmente sincero y a tono con los ritmos contemporáneos como el hip hop, el reggae y el pop.
Amy era a todas luces una outsider, no solo por el registro de su voz, lo fue también por la franqueza en el contenido de sus letras, su forma de ser desenfadada y por cierta arrogancia y rebeldía que la caracterizaron. Su actitud no podía ser otra, porque su talento era más de lo que el mundo podía asimilar en ese momento, no podemos juzgarla, sino al lente salvaje de una cámara fotográfica haciéndose espacio en su vida privada.
Este constante fisgoneo expuso a la vulnerable Amy ante la hiriente mirada de los ansiosos espectadores que estaban al tanto de cada uno de sus pasos en falso. Sin embargo, hay algo que dispara mi curiosidad sobre Amy y otros intérpretes talentosos que se quitaron la vida a la edad de 27 años, entre ellos Kurt Kobain, Jimi Hendrix o Janis Joplin: su espíritu extremadamente sensible, afectado por el mundo de una manera que otros no lo estarían.
Hay algo en el arte que los obliga a despegar los pies del suelo para imaginar, componer, interpretar o escribir; algo que los predispone a perder el sentido de la realidad para favorecer el genio creativo. No obstante, más allá del cliché del genio artístico, me pregunto si no todos nos de[1]jamos poseer alguna vez por esa sombra, esa disposición a quebrarse, a no ser. Creo que el único pecado de Amy fue hacerlo ante la vista de todos, el irremediable mal de la fama y la ventaja de nosotros: los ilustres desconocidos.